domingo, 12 de julio de 2009

en blanco y negro

Hoy es uno de tantos días. Como siempre, sin ganas de nada, pero poco a poco, se hace más patente el hecho de que cada día me canso un poco más. Que me falta algo más para vivir. Quizá no lo parezca, pero hace mucho que todos los días me son lo mismo - levanta, socializa, cumple, vuelve, duerme. Y todo teñido de un horrible color grisaceo. Tópico es aludir a la monotonía como dos colores, pero es que en este caso hablamos de una verdadera vida grisácea - sin entrante ni salientes.

Sin una brizna de color que hiciera de este, mi mundo, un lugar mejor. Pero si alguna vez ese color apareciera, se que se convertiría en colorida cárcel donde terminaría atrapado. Como en los viejos tiempos. Y ahora sólo hay soledad y... confusión. Quiero ver las cosas claras, como antes las veía. ¿Pero a que precio? El dolor, el dolor de la claridad atravesaba mis ojos, perforaba mi alma y me hacía sentir débil, pequeño e impotente. Y aún sigo siendo más que débil por dentro. Aún espero ver caer de nuevo los pétalos y oir esas palabras - te quiero.

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